El sistema económico capitalista afianzó su carrera hacia el éxito tras la Segunda Guerra Mundial con el liderazgo de EE. UU., la creación de instituciones financieras internacionales y los “años gloriosos”. Desde 1945, la onda expansiva del capitalismo –hoy en día en plena revolución tecnológica– sigue creciendo.
Han pasado 80 años desde que, el 2 de septiembre de 1945, acabase uno de los episodios más trágicos de la historia contemporánea: la Segunda Guerra Mundial. Si bien Alemania se rindió el 8 de mayo de ese mismo año, la contienda no se dio por finalizada hasta después de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Japón firmó el acta de rendición y el conflicto bélico terminó.
En todo este periodo, en el antes y en el después, la economía ha tenido mucho que decir. El capitalismo, que nació con la Revolución Industrial, fue evolucionando hasta transformar el mundo para siempre con el comienzo de la Edad de Oro de este sistema económico. Pero ¿qué es lo que ha pasado en estas ocho décadas?
1945-1950: la reconstrucción de Europa y la consolidación de EE. UU.
Con el fin de la contienda, Europa era un continente desolado. La producción industrial cayó a la mitad con respecto a 1938, gran parte de las infraestructuras estaba completamente destruida, Alemania perdió al 20% de su población masculina y Francia perdió un 10% de su riqueza nacional.
Fue entonces cuando EE. UU., por temor a una posible expansión de la Unión Soviética, decidió lanzar el famoso Plan Marshall en 1948, dotado de un importe de 13.000 millones de dólares –el equivalente a 140.000 millones actuales–. Esa inyección tuvo un gran impacto en Europa, donde la producción industrial creció un 35%.
Para Estados Unidos la jugada fue también maestra, porque pasó a controlar el 50% del PIB mundial, se convirtió en el principal exportador de manufacturas y el dólar se consolidó como moneda de reserva internacional al fijarse el sistema de Bretton Woods.
En este tiempo no solo Europa empezó a coger aire y EE. UU. a liderar el mundo; también surgieron instituciones como el Fondo Monetario Internacional, para estabilizar el sistema de pagos internacionales, entre otras cosas, y el Banco Mundial, que promovió la reconstrucción de Europa y Japón.
1950-1973: empieza la Edad de Oro del capitalismo
Al periodo comprendido entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la crisis del petróleo en 1973 se le conoció como Los Treinta Gloriosos. En esta época, Europa registró tasas de crecimiento de entre el 4 y el 6% del PIB; Japón lo hizo a un ritmo del 9% y Estados Unidos al 3%. Este crecimiento económico tuvo un gran impacto en el nivel de vida de las diferentes sociedades. Por ejemplo, los ingresos per cápita se duplicaron en la mayoría de países occidentales y millones de familias accedieron a la famosa clase media. De hecho, es la época en la que nace el consumo de masas como motor de la economía, los centros comerciales se multiplican y la publicidad se expande.
No solo eso, sino que Europa también aprovechó la bonanza para dar forma a los estados del bienestar con el nacimiento de los sistemas de pensiones, la sanidad y la educación pública.
Algunos datos sorprendentes que reflejan la gran expansión económica de este periodo se encuentran en la producción anual de automóviles, que pasó de 10 millones en 1950 a 40 millones en 1970. Con ello, el petróleo se convirtió en un motor para la economía, pasando de una producción de 10 millones de barriles diarios a 50 millones.
1973-1990: crisis del petróleo y estanflación
Después de unas plácidas dos décadas, la economía se resintió por la crisis del petróleo. Una crisis que empezó a fraguarse con los ataques de Egipto y Siria a Israel para recuperar los territorios perdidos en 1967, concretamente Sinaí y Golán. Estados Unidos y los países europeos salieron en defensa de Israel en la famosa Guerra de Yom Kipur y la OPEP respondió con un embargo de petróleo a Occidente y a los aliados del Estado israelí.
En cuestión de meses, el precio del barril se multiplicó por cuatro, pasando de 3 dólares a 12, y generando inflación, recesión y crisis industrial y energética en Occidente. Por dar algunos datos, la inflación escaló en EE. UU. al 10% en 1974 y 1975 y el desempleo llegó a rozar el 10%. En Europa, la inflación superó el 12% en algunos países y la crisis industrial también generó un aluvión de despidos.
Pero lo peor estaba por llegar. En 1979 se produjo la segunda gran crisis del petróleo tras la revolución de Irán y la caída del Sha, el último monarca de la nación persa. El precio del barril pasó de 14 dólares a 40 dólares en 1980, un aumento que agravó los problemas no resueltos en la crisis anterior. De nuevo, la inflación y el desempleo se dispararon, generando recesiones profundas entre 1980 y 1982.
En ese caldo de cultivo llegó una nueva forma de gobernar con Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Se recortaron impuestos, hubo privatizaciones y desregulación, y se redujo el peso del estado en la economía, dando alas a una nueva oleada de libertad económica y capitalismo.
De hecho, la inflación del Reino Unido bajó del 20% a menos del 5% y la economía creció a un ritmo anual del 2,6% en la década. En Estados Unidos, las políticas de Reagan se tradujeron en un crecimiento anual del 3,2% del PIB y el empleo creció con fuerza, sobre todo en la segunda mitad de la década.
En general, se puede definir este periodo como el final del ciclo expansivo de la posguerra, un cambio económico hacia la globalización y un aumento de la libertad económica. Además, fue el periodo en el que Asia comenzó a despertar y a posicionarse como un pilar fundamental del crecimiento industrial.
Lo mejor de los dos mundos
1990-2008: la revolución digital y la crisis financiera
Con un mundo en crecimiento y cada vez más conectado, tras la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría, los noventa se presentaron como un periodo de expansión y crecimiento sin igual. Fueron los años del nacimiento de internet y del auge de compañías hasta entonces desconocidas como Microsoft, Apple o Google, que fueron las grandes ganadoras tras la burbuja de las puntocom.
Fue un periodo en el que el mundo crecía a un ritmo del 3,5%. El PIB per cápita estadounidense pasó de 23.954 dólares a 48.400, el consumo representaba casi el 70% del PIB estadounidense y la clase media mundial pasó de representar el 23% de la población al 30%. Entre todo eso, China emergió como una gran potencia mundial, con tasas de crecimiento de su PIB per cápita del 10% anual en este periodo.
Es necesario hablar de la vivienda en este periodo. El consumo acompañaba, la economía crecía y la construcción se disparaba gracias al contexto monetario mundial. En general, el precio de las casas subió un 90% en Estados Unidos entre el año 2000 y 2006. Sin embargo, los bancos seguían concediendo hipotecas subprime, fraguando la crisis financiera de 2008.
2008-2025: crisis, pandemia y la revolución tecnológica
En menos de veinte años se concentraron la crisis financiera de 2008, la crisis del euro de 2011-2012, la gran expansión de la tecnología y la pandemia de 2020. La Unión Europea registró la peor caída de la economía desde la Segunda Guerra Mundial, el desempleo se disparó en todos los países y la UE quedó al borde de la desintegración tras los rescates de Grecia, Irlanda o Portugal.
¿Y después? Después de la tormenta volvió a reinar la calma. El crecimiento fue del 3,6% anual desde 2010 a 2019. El PIB per cápita estadounidense pasó de 48.000 dólares a 65.000, China creció a tasas del 7,7% anuales y la pobreza extrema cayó del 15,7% en 2010 al 8,4%.
En 2020, la pandemia paró el mundo. Llegó lo impensable. Pero la economía no se vio dañada debido a la gran impresión de masa monetaria de los bancos centrales, que causó, eso sí, una gran crisis inflacionista en 2022, que todavía sigue dando coletazos.
En definitiva, si echamos la vista atrás, observamos que desde la Segunda Guerra Mundial la pobreza extrema ha caído más de un 60% gracias al crecimiento económico mundial; el PIB per cápita es seis veces mayor que entonces; la clase media ya representa el 50% de la población mundial y se han generado cifras históricas en salud, bienestar y educación.