Alentado por las redes sociales, el síndrome FOMO es un sentimiento negativo que puede provocar cuantiosas pérdidas a aquellos inversores que se suman a modas pasajeras movidos por el temor a perderse una oportunidad.
En una fría mañana de febrero de 2023, cuando todavía no había amanecido, comenzó a formarse un reguero a las puertas del Banco de España, en plena plaza de Cibeles de la ciudad de Madrid. Una larga cola de pequeños ahorradores que se ha repetido varias veces a lo largo del ejercicio cada vez que hay una subasta de letras del Tesoro. Son ahorradores que no quieren riesgos y que acuden atraídos por la recuperación de la rentabilidad de la renta fija al calor de las subidas de tipos de interés. Muchos ven a otros hacerlo y experimentan miedo a quedarse fuera de la escena inversora.
Esta imagen escenifica un sentimiento que cabalga entre la envidia, el afán por ganar y el miedo a quedarse fuera de algo que representa una gran oportunidad. A este fenómeno ya le han puesto nombre: FOMO, siglas en inglés del Fear Of Missing Out. ¿Te arrepientes de no haber entrado en bitcoin? ¿Crees que deberías haber comprado acciones de tecnológicas el año pasado tras la fuerte corrección del sector growth y su posterior recuperación a comienzos de 2023?
FOMO financiero: qué es
No está claro cuál es el verdadero origen de este concepto. Unos lo atribuyen a un experto en marketing de nombre Dan Herman, que algo adelantó en 1996. Y otros sitúan la definición ocho años más tarde y en boca de un estudiante de Harvard, ahora convertido en emprendedor y capitalista de riesgo de EE. UU., Patrick J. McGinnis. Sea como fuere, este concepto representa “la aprehensión generalizada de que otros puedan estar teniendo experiencias gratificantes de las cuales uno está ausente”, definen psicólogos británicos. Vamos, la sensación de temor o recelo que provoca pensar que nos estamos perdiendo algo bueno.
El mundo de la medicina ha estudiado ampliamente cómo afecta el efecto FOMO a la salud de las personas, especialmente en los jóvenes, y lo catalogan como una forma de ansiedad social producida por el temor a perderse experiencias que sí disfrutan otros y no poder, por lo tanto, compartirlas. En la actualidad, en la era de las redes sociales, se ha acrecentado este síndrome con personas que creen que deben estar todo el día conectados a su smartphone por si pasa algo interesante. El FOMO a perderse cada minuto de la vida de amigos y desconocidos en TikTok, Instagram o Meta. O a no poder compartir momentos de la propia, a no acudir a ese concierto al que ha ido el cuñado, a no ser de los primeros en comprarse el último modelo de smartphone o a perder una oportunidad de rentabilizar los ahorros.
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