En el ajedrez se puede jugar con la dama o proteger al rey. En las inversiones se puede ser un inversor más o menos conservador. El 20 de julio se celebra el Día Mundial del Ajedrez, ¿atacamos o jugamos a defender? ¿riesgo o rentabilidad?
Los jugadores profesionales de ajedrez juegan pensando en las personas que tienen frente a ellos, en la estrategia del contrario, en su forma de moverse por el tablero, en las respuestas que van a dar a sus movimientos. Hay jugadores más agresivos, otros más defensivos. Aunque sus estrategias pueden ser radicalmente distintas, saben cómo responder ante una dama lacerante o un enroque prematuro. Salvando las distancias, las personas que invierten actúan de forma similar. Responden ante el mercado de las inversiones, pero también ante su propia manera de “jugar” con él.
Los jugadores de ajedrez tienen tan interiorizadas las reglas del juego que en un pestañeo mueven la mano y ejecutan su siguiente movimiento. Si bien pueden existir jugadas maestras o ideas brillantes, su actuación suele basarse más en su conocimiento profundo del juego y, cómo no, en su estrategia. De nuevo: un experto en inversiones sabe cómo quiere mover su dinero.
Una persona que juega la dama o la reina –la pieza más poderosa de un tablero de ajedrez– desde el principio, sin temor a que sea capturada, con agresividad y agilidad, recorriendo el tablero como si lo dominara, es una persona que tiene cierta tolerancia al riesgo. Es una persona que es capaz de hacer una gestión mejor de él. La traducción al lenguaje de la inversión o del mercado financiero sería una persona que está dispuesta a invertir con audacia.
¿Y si fuera el caso contrario? El caso de una persona que protege la dama tanto como al rey, que la relega a la retaguardia, que le da cierto respeto usarla. No solo eso, ante todo juega a la defensiva. No duda en utilizar sus primeros movimientos en adelantar el alfil del rey y el caballo de su vera, para poder enrocarse. Esa persona lleva de bandera una idea: la posición del rey al inicio del juego es vulnerable, cuanto antes se escude y se guarde mejor. En el mundo de las inversiones o en el mercado financiero, esta persona tiene una menor tolerancia al riesgo, protege sus activos, está más enfocada al ahorro.
Tanto en el ajedrez como en la inversión existen formas diferentes de jugar, pero también una serie de características troncales que definen ambos mundos: el conocimiento profundo de las reglas del juego, las ideas brillantes y, sobre todo, la estrategia.
Existen tres tipos de inversores: conservador, moderado y agresivo. Igual que en el ajedrez. Determinar el perfil del inversor es el punto de partida para la toma de decisiones. Una de las reglas más importantes del tablero de las inversiones es que rentabilidad y riesgo son dos conceptos proporcionales: cuanta mayor sea la rentabilidad esperada de un producto, mayor será el riesgo que se asuma. Riesgo entendido como la posibilidad de que la inversión no produzca los resultados que se esperaban o, incluso, que se pierda una parte o todo el capital invertido.
La dama ofensiva y el inversor atrevido
El enroque rápido y el inversor conservador
En cuatro movimientos un jugador de ajedrez imperturbable puede haber enrocado a su rey. Puede haber sacado a la pieza del “jaque mate” del centro del tablero y haberla colocado en un lateral. Puede resguardarla, como haría una persona con sus ahorros. Este tipo de actitud más defensiva encajaría con la de un inversor conservador.
Los inversores conservadores se caracterizan por no estar dispuestos a perder nada de su dinero en ningún tipo de circunstancia. Eso sí, al igual que los jugadores de ajedrez que priorizan la defensa antes que el ataque, deben asumir que tendrán un rendimiento bajo. Por ello algunos de los productos que eligen son la renta fija, los depósitos o los fondos garantizados.
Adelantar caballos y el inversor medio o moderado
Los caballos confieren robustez a las jugadas. Ayudan a que se puedan desarrollar a medio-largo plazo. Son certeros, avanzan sin piedad y en muchas ocasiones comprometen al contrincante. Aunque depende del tipo de ajedrez que se juegue, los caballos no son las piezas más esenciales de un tablero. Son operativas: más valiosas que un peón, pero menos que una torre o la dama. Y dependiendo del momento de la partida, más o menos importantes. Representan lo que trata de lograr el inversor medio: un equilibrio entre rentabilidad y riesgo.
Este tipo de inversor es capaz de asumir cierto riesgo –y, por ende, cierto nivel de pérdidas– a cambio de obtener mayores beneficios. Como resultado de esta actitud, su cartera está diversificada: puede tener productos de renta fija y variable, desde bonos a acciones, o fondos mixtos.
Además de la forma de jugar, un inversor puede aprender de un jugador de ajedrez otras lecciones que también puede aplicar al mundo financiero o de las inversiones. Por ejemplo, nada asegura que una jugada que haya funcionado en el pasado con un contrincante funcione con el siguiente. O, visto de otra forma: rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras.