Litio, el oro blanco del siglo XXI en la transición energética

Este mineral blando y ligero tiene una cualidad clave en la transición energética: su capacidad para almacenar energía en poco espacio. Por eso es un material imprescindible en las baterías de los vehículos electrificados. Pero ¿cuál es su potencial inversor? Alto y no exento de riesgos.

Los usos del litio son muchos más de los que imaginamos. En los móviles, tabletas y portátiles; en los vehículos eléctricos, materiales de construcción y aires acondicionados; en los tintes, envases de vidrio y hasta en los medicamentos; en los trajes de astronautas, en los submarinos… En el camino hacia la transición energética, la fiebre por el litio ha puesto de relieve su enorme potencial inversor. 
 
Se prevé que para 2030 la demanda mundial casi se cuadruplique, pasando de las 675.000 toneladas de carbonato de litio equivalente (LCE) en 2022 hasta los 2,7 millones, según Fastmarkets, agencia internacional especializada en informes de precios en metales y minería. Y su motor de crecimiento es y será el vehículo eléctrico, cuyo peso se duplicará en 2030, según las proyecciones de la Comisión Chilena del Cobre. 
 
Australia es el principal productor, con la mitad del mercado, seguido de Chile, con un cuarto, y China, con el 13 %. En Europa, Portugal es el octavo país, con casi el 1 %, según el Servicio Geológico de EE. UU. (USGS) y España podría convertirse en el segundo país productor europeo. En Extremadura se encuentra la que se considera la segunda mayor reserva de Europa.
 
La empresa australiana Infinity Lithium ha puesto sus ojos en la comunidad autónoma española para explotar una mina en San José Valdeflórez (Cáceres) y, “teniendo en cuenta las estimaciones de la demanda para 2026 de Fastmarkets (primer año en el que la planta estaría operativa), el proyecto puede producir el 1% de la demanda prevista a nivel mundial”, afirma el director general de su filial en nuestro país, Extremadura New Energies, Ramón Jiménez Serrano.   

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El litio, entre la neutralidad climática y su propia sostenibilidad

Descubierto en 1817 por el químico sueco Johan August Arfwedson, este metal alcalino de color blanco plateado es el más blando (se puede cortar con un cuchillo) y ligero (flota en el agua). Cuenta con una cualidad que lo convierte en un metal estratégico para alcanzar la neutralidad climática: su enorme capacidad para almacenar energía en un espacio relativamente pequeño. De ahí que sea clave en las baterías de iones de litio de los coches eléctricos.
 
Sin embargo, el reto es hacer sostenible su extracción, ya que es intensiva en consumo de energía y de agua al no encontrarse en la naturaleza en estado puro. El litio está compacto en rocas con otros minerales. Para su separación, hay que triturar la piedra y posteriormente mezclarlo con agua. Finalmente hay que dejarlo en enormes tanques para su evaporación. En consecuencia, otro de los puntos débiles es que su producción es lenta. No obstante, y dado el creciente interés, los expertos coinciden en estas barreras son oportunidades de mejora a futuro.

Volatilidad del precio

¿Podrá la oferta satisfacer la creciente demanda? Existen diversos estudios y ninguno es concluyente, dado que sin duda su consumo va estrechamente ligado a las ventas del vehículo eléctrico. Un mercado que está atrapado en un círculo vicioso: los consumidores no compran estos coches ya que en la actualidad ni la tecnología ni los suministros de puntos de carga acompañan para dar suficiente autonomía de conducción.
 
“Dado el peso que tiene el crecimiento de la electromovilidad sobre la demanda de litio, es prudente transparentar algunos de los riesgos más importantes que puede enfrentar la industria. Esto es particularmente relevante al considerar que históricamente las ventas de autos eléctricos han sido menores a las esperadas por el mercado, situación que naturalmente siembra sospechas sobre cualquier proyección de la demanda esperada de litio”, advierte el citado informe de la Comisión Chilena del Cobre. Este organismo público agrupa los riesgos a corto, medio y largo plazo. Entre los primeros están las crisis económicas, como la acaecida por la pandemia; entre los segundos, la evolución del precio de los vehículos eléctricos frente a los de combustión; y, por último, los relacionados con potenciales sustitutos del litio.

El pico más alto, en noviembre

De este modo, la cotización del litio ha sufrido fuertes correcciones al calor del desarrollo del mercado movilidad electrificada. En los últimos dos años, la carrera de las compañías automovilísticas por hacerse con la materia prima llegó a disparar su precio más de un 1.200 % desde 2020 en el índice Asian Metal Inc, alcanzando su pico más alto por tonelada en noviembre pasado (86.500 dólares al cambio actual), según explica Bloomberg. Sin embargo, el cierre de China, el mayor consumidor mundial, por su política de covid-cero ha reducido considerablemente la demanda. 
 
Con este panorama, una reciente nota de Goldman Sachs prevé que el precio al contado del carbonato de litio se sitúe en los próximos 12 meses en los 34.000 dólares la tonelada frente a la media actual de 53.300 dólares y que la oferta anual aumente hasta 2025 un 34 %, frente a una demanda del 25 %, tal y como informa la agencia Reuters. En la búsqueda de mejoras para alcanzar las cero emisiones de gases contaminantes para mediados de siglo y conseguir esa neutralidad climática, cualquier innovación sostenible es una potencial inversión cuyos réditos se conseguirán a largo plazo.