Alfonso Gómez, CEO de BBVA en Suiza, reflexiona sobre cómo los activos digitales han pasado de ser una moda pasajera a una revolución que está transformando el sistema financiero. Desde Bitcoin hasta la tokenización, plantea por qué es momento de que la industria asuma un rol protagonista.
Durante años, muchos vieron el mundo cripto como una moda, un experimento curioso o incluso una burbuja. Pero la realidad no amerita discusión de forma objetiva: esta tecnología ha alcanzado una dimensión demasiado grande como para que el sistema financiero tradicional siga ignorándola.
El caso más emblemático es Bitcoin (BTC), que en apenas 15 años se ha convertido en uno de los 10 activos más valiosos del mundo, solo por detrás del oro y compitiendo con gigantes como Amazon, Alphabet, Microsoft o Nvidia. De hecho, ya supera en capitalización bursátil a compañías como Saudi Aramco o Meta Platforms. No solo es uno de los activos más relevantes, sino que ha sido el que más rápido ha alcanzado los 2 trillones de dólares en valor de mercado.
Pero, ¿es una moda? Los datos nos dan otros mensajes. La curva de adopción sigue una trayectoria muy similar a la de otras tecnologías transformadoras como Internet, los videojuegos o la radio, que también fueron subestimadas en sus primeros años. Y es que, como demuestra la Ley de Amara, los humanos tendemos a sobreestimar el impacto de la tecnología en el corto plazo, pero lo subestimamos en el largo plazo.
En 1997, Internet tenía unos 100 millones de usuarios. Hoy son más de 5.200 millones. Actualmente, el mundo cripto cuenta con unos 600 millones de usuarios, y se espera que esta cifra crezca de forma exponencial, especialmente en las economías emergentes y disruptivas que buscan innovación y acceso a otros activos digitales, 24/7, que son más eficientes y en muchos procesos absolutamente instantáneos.
Ethereum, por su parte, se ha convertido en la segunda plataforma más rápida del mundo en alcanzar ingresos de 10.000 millones de dólares, consolidando el valor de su red más allá de lo puramente especulativo.
De la validación institucional al papel del sistema financiero
El impulso también viene de la mano de los grandes jugadores del mundo financiero. Los ETFs de criptomonedas han batido récords desde su aprobación: solo en los primeros meses de 2024, han recibido entradas netas por más de 34.000 millones de dólares, y hoy ya poseen más de 1,1 millones de BTC. Esto representa una validación institucional sin precedentes.
Estados Unidos, la primera potencia mundial, ha abierto definitivamente las puertas al ecosistema cripto, algo que modifica las reglas de juego globales. Esto invita a una reflexión necesaria: si vamos hacia un entorno digital global, también necesitaremos una regulación internacional coherente y accesible para todos.
Los planes de pensiones comienzan a incorporar cripto de forma gradual, y grandes entidades como iShares, Fidelity, 21Shares, Grayscale, MicroStrategy, CoinShares, Galaxy Digital o Block One ya incorporan BTC en sus tesorerías. Incluso algunos gobiernos —como EE. UU, China y el Reino Unido— mantienen pequeñas reservas de Bitcoin, algo simbólico, pero con gran significado estratégico.
Sin embargo, en el mundo de la inversión, solo el 1% de los portafolios están expuestos a criptoactivos, muy lejos del 27% asignado a bienes raíces o el 23% a renta variable. Esto sugiere un amplio margen de crecimiento a medida que se consolide como una nueva clase de activo.
Es fundamental entender que Bitcoin está siendo reconocido como una reserva de valor, comparable al oro, pero con ventajas propias del mundo digital: divisible, transferible, escaso, verificable y resistente. En otras palabras, el “oro 2.0” para una era digital, donde las nuevas generaciones son 100% digitales.
En este contexto, los bancos y las instituciones financieras del sector con relevancia en la gestión de activos tenemos una misión clara: educar, formar y acompañar a nuestros clientes. No solo se trata de adaptarse, sino de liderar un proceso que hará al sistema financiero más eficiente, accesible y democratizado. La tokenización permitirá digitalizar activos reales, hacerlos más líquidos y accesibles para todos. Y esta revolución solo será posible si colaboramos con los reguladores y los grandes líderes de opinión de la industria.