Zúrich, Navidad al estilo suizo
La ilusión por la Navidad toma una forma muy especial en Zúrich, la capital financiera de Suiza. El visitante que pasea por la ciudad en el mes de diciembre puede disfrutar de la transformación navideña característica de esta coqueta metrópoli.
En el imaginario suizo, el adviento es una temporada que se vive con mucha ilusión y que merece la pena celebrar. Es por ello que la Navidad en esta ciudad comienza tan temprano. El adviento es una cuenta atrás que invita a celebrar cada día de diciembre hasta Nochebuena. La agenda de estas semanas está repleta de citas y ocasiones para disfrutar al aire libre pese al frío y, debido a que anochece más temprano, la noche protagoniza casi todas las actividades programadas para deleitarse de la magia navideña.
El paseante que recorre las calles y plazas de esta ciudad en estas fechas se dará cuenta de la elegancia suiza para adornar sus calles con luces que imitan un cielo estrellado. Los mercadillos invitan a disfrutar de comida y bebida típicamente suizas. Por eso, Zúrich en diciembre es un festival de vino dulce caliente, pequeños dulces navideños y queso suizo fundido. Además en la orilla del lago, mientras se observa la espectacular vista de los Alpes nevados si el día está despejado, vale la pena probar el delicioso chocolate caliente o las castañas asadas.
Como la nieve es una máxima de la estampa navideña en esta latitud europea, los niños pueden refugiarse del frío en el tranvía de Papá Noel donde escucharán un cuento y darán una vuelta por la ciudad.Pero sin duda, lo que el visitante no puede perderse en esta época es ‘The Singing Christmas Tree’. En este singular escenario (un árbol de Navidad gigante), diferentes coros locales interpretan villancicos y canciones góspel. Este árbol aúna voces de profesionales y aficionados, niños y adultos, para cantar varias veces al día mientras los transeúntes disfrutan en el mercadillo anexo. Curiosamente desconocida, Zúrich se merece un paseo por su casco antiguo en cualquier época del año. En Navidad, en cambio, la visita se torna casi obligada.